Espacios mínimos, máximo impacto
Los microespacios surgieron de la necesidad.
En parte, los entornos urbanos suelen caracterizarse por la falta de espacio. Ahora que más de la mitad de la población mundial vive en urbes, las distintas ciudades se enfrentan a la rápida falta de espacio. El aumento del precio del alquiler y la vivienda ha provocado que las casas y apartamentos tradicionales resulten inalcanzables para la mayoría. El movimiento que defiende los microespacios nació en respuesta a esta problemática.
Sin embargo, no es el punto final de esta incertidumbre.
La actual crisis climática, que exige actuaciones rápidas y urgentes, ha empujado a los microespacios a desempeñar un nuevo papel. Estos últimos consumen menos recursos, ocupan menos espacio y el impacto tanto de su construcción como de su mantenimiento es notablemente menor. Actualmente, los microespacios están demostrando ser algo más que una solución económica o geográfica: constituyen una solución medioambiental.
Tal como revela un estudio de las Naciones Unidas, reflejado aquí, una reducción del 20 % del tamaño de la vivienda per cápita podría ayudar a disminuir las emisiones en un 50-60% durante la fase de construcción. Además, en la fase de uso real de la vivienda, podría sumarse una reducción del 20 % en la demanda de calefacción y refrigeración. Limitar el tamaño de los espacios se traduce en una limitación de la expansión urbana y de la posible destrucción de zonas silvestres. Los microespacios conllevan la simplificación de la lista de materiales empleados, así como de los recursos necesarios.
En su nuevo papel como solución más sostenible, los microespacios comienzan a ocupar nuevas ubicaciones no urbanas.
No podrás encontrar el KOJA, el sueño convertido en realidad del diseñador finlandés Kristian Talvitie, entre los rascacielos de Hong Kong, Sídney ni Toronto. En su lugar, este sorprendente microespacio de Talvitie se encuentra en una colina con vistas a un estanque del sur de Finlandia (a las afueras de Fiskars, para ser más exactos). Se trata de una cápsula con ventanales panorámicos enclavada en la copa de un árbolcon un potencial inversamente proporcional a su tamaño. El KOJA sumerge plenamente a sus visitantes en la naturaleza. De esta forma, permite crear o reforzar los lazos entre las personas y su entorno natural, infundiendo un verdadero carácter de urgencia a la actual situación climática.
Inicialmente, este concepto se presentó al Concurso de Diseño Polestar2021 (por el que recibió una mención de honor). De diseño minimalista aunque expresivo, discreto pero audaz, se creó con el menor número de materiales y componentes posible, demostrando así que el diseño es la clave para incrementar el atractivo de las soluciones sostenibles. En resumen: el diseño permite que la elección que desea realizar el consumidor sea también la más correcta.
Esta es precisamente la herramienta capaz de convertir un microespacio, desde un aséptico microapartamento coreano hasta un contenedor de transporte alemán reconvertido en vivienda, en mucho más que un minúsculo espacio interior. Las estanterías de paneles de vidrio retroiluminados y el roble blanco confieren a este microapartamento de 65 m2 en Manhattan un aspecto sorprendentemente espacioso. Los muebles y espejos integrados logran transformar este antiguo estudio de piano de Taipei en un espacio luminoso y etéreo. La ya mencionada casa del árbol finlandesa hace gala de unos llamativos ventanales panorámicos y un tejado transparente, maximizando tanto la sensación de espacio, como la conexión con el bosque que la rodea.
La relevancia inicial adquirida por los microespacios se debió a las necesidades económicas y geográficas. Actualmente, a causa de la acuciante crisis medioambiental, su trascendencia es aún mayor.