Vivir con un Polestar: a Córcega y de vuelta
Se suele decir que a los vehículos eléctricos les falta autonomía, que tienen efectos medioambientales ocultos y que son muy caros. Sin embargo, conducir un eléctrico es mucho más sencillo de lo que crees. Por si no te lo crees, aquí tienes el testimonio de uno de nuestros clientes.
Un jueves por la tarde, quedamos con Frans, propietario de un Polestar, y sus dos hijos a las afueras del centro de Gotemburgo. Queríamos que nos contara cómo es vivir con un Polestar, así que le hicimos todo tipo de preguntas, desde cómo son las recargas hasta la experiencia de conducción.Frans nació y creció en Gotemburgo, tiene tres hijos y dirige su propia empresa de carpintería. Cuando era joven, conducía un Volkswagen Passat del 96 con el logo de Aston Martin pintado en los laterales. Han pasado muchos años desde entonces y ahora tiene un Polestar 2. Cuando le preguntamos por qué había elegido un eléctrico, Frans nos dio varias razones: "Aunque la principal es medioambiental, hay que reconocer que conducir un eléctrico es toda una experiencia". Cuando recibió el Polestar 2, Frans tuvo sentimientos encontrados. En su círculo, le insistían en que los vehículos eléctricos no cuidan tanto el medioambiente como se piensa y que recargarlo sería un engorro. Frans opina que "si tienes que comprarte un coche nuevo, mejor que sea un eléctrico que un diésel". Tampoco entendía que le sacaran el tema económico, ya que Frans ahorró dinero con el cambio. De hecho, comenta: "Si hubiera tenido un diésel, el año pasado podría haberme gastado 3500 euros, el doble de lo que me gasto ahora". Nuestras investigaciones han demostrado que conducir un eléctrico es mejor tanto para el medioambiente como para tu bolsillo. Frans es el ejemplo.
Aunque algunos eran escépticos, Frans nos desveló que nunca tantos amigos le habían pedido probar un coche. Con una sonrisa, nos cuenta: "Aunque solo puedas ir a 90 km/h, sigue siendo muy rápido".
El año pasado, Frans hizo un viaje con su Polestar de Gotemburgo a Córcega y de vuelta. Recorrió Europa con toda la familia e hizo algunas paradas por el camino. Como mínimo, esto demuestra que conducir un eléctrico no te pone límites.
Volviendo de Córcega a Gotemburgo, hizo diez paradas de recarga. Frans considera que el viaje fue bien, sobre todo teniendo en cuenta que viajaba con niños. Explica: "Conduces dos horas y media y lo recargas durante media hora. Para una familia con hijos es ideal, porque así los niños pueden moverse un poco y se despegan un rato de las pantallas".
En la cola para coger el ferry hacia Córcega, a 38 grados, no estaba permitido que los coches tuvieran el motor encendido. Por lo tanto, la gente tenía que aguantar el calor sin aire acondicionado. Sin embargo, para Frans y su familia fue diferente, ya que no tenían un motor que apagar. Entre risas, nos cuenta: "Hay a quien le llamó la atención ver a gente descansando en un coche climatizado".
Aunque Frans califica el viaje como un éxito, cree que todo se puede mejorar. Concretamente, se dio cuenta de que la infraestructura de recarga sigue desfasada. Tuvo que parar varias veces para recargar cuando aún tenía bastante autonomía solo porque el siguiente punto de recarga estaba demasiado lejos. Explica: "Con el doble de estaciones, podría haber aguantado hasta que me quedara poca batería".
No obstante, Frans destaca que es un problema que no tiene en el día a día. Recarga el coche en casa, así que la autonomía no le preocupa. Ya conduzca al trabajo, lleve a sus peques a los entrenamientos de fútbol o vaya a la montaña a dar un paseo, la batería es lo último en lo que piensa: "Es comodísimo tener siempre el coche recargado". Nos habíamos preparado preguntas sobre si le preocupaba quedarse sin batería, pero no era el caso de Frans, que nos responde: "Quizá te surgen dudas al principio, pero pronto te das cuenta de que, si lo dejas recargando por la noche, por la mañana estará listo para llevarte a donde quieras".
En la UE, la distancia media que se recorre en coche al día es de 32,9 km. En resumen, Frans es un ejemplo de que, en tu día a día, no tienes que recorrer 400 km. Sin embargo, si se te plantea el caso, un poco de planificación y decisión puede llevarte a Córcega y de vuelta.